sábado, 17 de octubre de 2009

LA PERLA

Ma!! Ma!!, si me parece estar llamando a la perla para que venga en mi ayuda.
Es de madrugada y en mis sueños al perro de enfrente se le ocurrió querer morderme, un caballo desencajado me persigue por el medio del monte que esta detrás del arco de la canchita del barrio donde a diario jugamos al fútbol.
El viejo que cuida la quinta de la esquina me insulta y se me viene al humo con un cinto por que entre a afanarle unas mandarinas sin permiso.
Y entonces me despierto, transpirado, tenso y rompo el silencio de una madrugada sepulcral de la década del 70 en el aun dormido barrio selvetti.
Comienzo con el tenue ma, ma hasta que logro que la perla venga en mi ayuda. La vieja se levanta rápidamente en medio de la noche y espanta los miedos de una pesadilla que le acarrea trastornos a su hijo.
Unas pocas palabras, acomodar las frazadas, una caricia, encender la luz del pasillo que quedara prendida hasta que se haga de día y colocar las zapatillas en forma de cruz debajo de la cama, un secreto que le enseñaron unas viejas curanderas y medio brujas que conoció en tres arroyos cuando era chica, quienes le dijeron que esa formula ahuyentaba a esos perversos que tratan de no dejar dormir a los niños metiéndose en los sueños.
Fue el primer recuerdo de la infancia que vino a mi mente en la madrugada del último sábado cuando mi hijo Simón llamo a su mama de la misma manera.
Me pregunte. por que será que no llamamos a papa cuando una situación de esas características nos atrapa en medio de la noche
Sencillamente en esa pequeñez esta determinada la importancia de la madre en nuestra vida.
Quiero regalarle esta apertura de sábado, unas horas antes del día de la madre, a mi vieja, la perla.

La que ustedes han conocido a través de algunos de mis relatos.
La que muchas veces les he contado me esperaba con el sanguchito de mortadela a la vuelta del estadio.

La madre que ha sido un ejemplo a lo largo de la vida. De lucha, de digitad de trabajo y de amor por los suyos.
La perla es la madre que siempre peleo por sus hijos defendiéndolos en cualquier terreno, si me parece verla saliendo raudamente para la escuela 32 cuando creía que se estaba cometiendo una injusticia con alguno de nosotros.


La Perla es esa mujer de incansables idas y vueltas a la Municipalidad, golpeando puertas en busca de mejoras para el barrio.
La de tantos km recorridos a pie durante el transcurso de la primaria, llevándonos y trayéndonos a diarios inclusive muchas veces luchando para no caer en medio del barro en las calles del siempre olvidado Villa Gaucho.
La perla, la que siempre salio al cruce ante una pelea de niños protegiéndonos a nosotros y a los otros.

La perla, la compañera de aquellas caminatas desde el barrio Selvetti hasta villa Italia para visitar a los abuelos.
La compañera de aquellas tardes de invierno en las que salíamos a juntar leña por los montes del barrio para abastecer el hogar que el viejo había construido.

La que por aquel entonces me compro en lo de Barolo la única camiseta de santamarina que tuve en mi vida. La misma venia acompañada de un pantalón corto de color negro, medias amarillas y un par de botines de tres tiras también aurinegros.

Con esa pinta y de la mano de mi viejo me presente una mañana de sábado en el Francisco Fiego y recuerdo que estrelle un pelotazo en el travesaño.
De todos modos poquito tiempo después mi destino seria el babi de gimnasia donde pasaría los mejores momentos futboleros de la infancia.
Allí esa madre protectora quizá hasta por demás me daría la responsabilidad con tan solo 10 años de ir a jugar solo al club con lo que eso significaba.
El permiso y la confianza de cruzar la ciudad en el colectivo marrón para jugar al fútbol para despuntar la pasión por la pelota, aunque a la vuelta, como un soldado haciendo guardia, la perla siempre esperaba firme en la parada del cole a la vera de la peligrosa ruta 226

Mañana es el día de la madre y como no estaré al aire me he tomado una pequeña licencia este sábado para hablarles de la mía.
La que nos alentó, nos cobijo y nos marco un camino a seguir el día que el viejo se fue de este mundo.
La que lloro conmigo en medio del patio cuando me quede abrazado a la radio el día que no quise ir a la cancha porque el viejo ya no me iba a acompañar mas.
La que se sobrepuso a muchos golpes de la vida y no debe dejarse caer.
No hay que entristecer por los que se han ido de este mundo. Ellos no han muerto, simplemente se nos han adelantado y nosotros estamos obligados a disfrutar cada momento que nos propone la vida, hasta que también nos toque partir.


La perla es esa mujer que entendió aunque le costo mucho que hay un tiempo en que los hijos emprenden un nuevo camino en busca de formar su propia familia.
La perla es la que hoy en día disfruta del cariño de sus nietos más que de su hijo.
Son mis embajadores los encargados de regalarle esa felicidad y cariño que quizás yo no aprendí a expresar.
Son mis hijos a los que la perla espera entre semana con la comida lista, les compra regalos los reta y los quiere bien, atendiéndolos como príncipes y viéndolos crecer.
Esos hijos, mis hijos, que si algo me deben agradecer mañana es la madre que les regale.

Mientras escribo, infinitas imágenes pasan por mi mente, fragmentos de mi vida, principalmente de la niñez
He querido hablarles brevemente de mi madre en su día. Hacer un repaso por imágenes precisas que recuerdo y compartirlas con uds.

Solo me resta decir como hijo que espero que muy pronto vuelvan los asados del domingo.
Que la vida no nos debe permitir ponernos tristes.
Que el tiempo es corto y hay que disfrutarlo.
Que la tristeza y los bajones se superan caminando y mirando el cielo. Observando la cara de un nieto al decir abuela pensando en lo rico que se es al tener tanto en relación con lo poco que otros tienen.

Feliz día de la madre para todas las que lo son, mi mayor respeto para aquellas que se fueron al dar a luz, para las que partieron por alguna enfermedad antes de tiempo o porque simplemente el destino lo quiso así.
Estén o no estén nadie podrá quitarles el titulo más noble que la humanidad puede entregarle a una mujer.
Ni diosa, ni reina, ni princesa…..MADRE!!!!!!
FELIZ DIA PARA TODAS…de corazón y muchas gracias por darnos la vida y permitirnos disfrutar de cada uno de los momentos que ella nos propone desandar.

JUAN CASERO