martes, 27 de enero de 2009

EL CUENTO DEL SABADO EN LA PREVIA DE SANTAMARINA vs JUVENTUD DE PERGAMINO

26 de enero de 1985 – LA FINAL

(Si sos hincha de Santa acepta este consejo. Cerrá los ojos, imagina que estas parado en la esquina del estadio y escucha este relato. Si estuviste aquel dÍa aprovecha para recordarlo y si no vení conmigo, sumergite en parte de la historia y enterate lo que paso esa noche.
Mañana 26 de enero de 2009 se cumplen 24 años de la hazaña aurinegra)


Rivadavia y Godoy Cruz. Son las 7 y media de la tarde del 26 de enero de 1985. La vieja, previsora y sabiendo que habría un mundo de gente, ya nos había sacado la entrada en forma anticipada.
El partido comenzaba como a las 9 de la noche pero con mi viejo teníamos la costumbre de llegar un rato antes para acomodarnos en nuestro lugar.
Desde temprano se vivía con gran expectativa el choque entre Santamarina y Loma Negra de Olavarria en la última fecha del torneo regional.
La ciudad se movilizaba detrás del equipo que conducía Daniel Romeo en busca de aquella revancha, tratando de cerrar esa herida provocada por los de la ciudad del cemento en el 81 cuando también en la última fecha y con un gol de penal en el Francisco Fiego nos habían dejado en el camino.
Recuerdo esa tarde, con mi viejo, estábamos en la tribuna que da espaldas a calle 11 de septiembre, en medio de la hinchada de Loma negra que había traído a Tandil la nada despreciable cantidad de 14 colectivos repletos de hinchas.
Los olavarrienses lejos de parecerse a una barra brava eran muy cordiales y más aun cuando el negro Conti cometió aquel foul que terminÓ en el penal que liquidaría la historia a favor del equipo cementista.
La cosa es que Santamarina tenia ahora una nueva chance y vaya casualidad definía de nuevo contra el equipo que se había transformado en un clásico de la zona.
Como les he contado en diversas oportunidades fui un fiel testigo de todos los partidos que santa jugo como local en aquel torneo del 85.
Recuerdo que el primer encuentro en casa fue en la segunda fecha debutando en el San Martín contra Villa del Parque de Necochea que llegaba de la mano de un hombre que había marcado toda una etapa en Santamarina, Arturo Petrillo. Pero ni el siquiera, que conocía bastante a los de Tandil pudo llevarse un empate ya que el negro Conti madrugo a todo el mundo y a los 3 minutos del primer tiempo marco el 1 a 0 definitivo.
Podría mencionar también el susto que nos pegamos el día del 0 a 0 cerrado frente a Azul atletic y la inolvidable atajada del golero aurinegro, unos minutos antes del final en el arco que da al calvario. Allí fui testigo de una memorable atajada de Ducca, quien volando desde el palo derecho hacia el izquierdo y con mano cambiada le saco del ángulo un tiro libre al negro Milano.
Ducca estaba en esa lista de ídolos de la niñez. Tal es así que en el torneo local tenía como costumbre ubicarme detrás del arco para verlo en acción. Veía en el a un maestro debajo de los 3 palos, un tipo al que le podían hacer algún gol pero que en definitiva evitaría un par de ellos en cada partido.
Quizá el momento mas alegre de esas tardes fue el día que en cancha de movediza mientras santa atacaba, se dio vuelta y nos pregunto a mi y ami viejo “como va boca”.
En realidad, poco importaba como iba boca, poco importaba que fuera de boca. Lo importante es que había intercambiado un par de palabras con ese arquero que para mi era idolo y que sentía tan lejano. Yo no lo podía creer. Fue tan importante que aun lo recuerdo.
Eran otros tiempos, tiempos en que nosotros en el barrio atajábamos y en vez de parecernos a Fillol, queríamos ser Ducca, el gran arquero aurinegro.
Otro de los momentos inolvidables que recuerdo de aquel 1985, fue la noche que lo convencí al viejo a pesar de la tormenta para ir a ver a santa.
Era una noche de perros, pero el aurinegro se lo merecía y nosotros también.
Me costo mucho convencer al viejo que a su ves tenia que convencer a la vieja. Era toda una cadena y la perla que refunfuñaba diciendo, es una locura que lleves al chico a la cancha con esta tormenta.
La noche era de esas que cualquier director de película de terror hubiera elegido para hacer las mejores tomas de un film.
Lluvia torrencial, algún que otro rayo y relámpagos por doquier que amagaban con algún corte de luz y los equipos que saltaban a la cancha.
Esa inestable noche como llegamos sobre la hora del inicio recuerdo que vimos todo el partido pegados al alambrado en la mitad de la cancha, en medio de las viejas tribunas de piedra que estaban debajo de las cabinas.
En la cancha los once leones de Romeo derrotaban a la lluvia y al Progreso de Mercedes con goles de Barbero y Marcelo Armendáriz.
Como anécdota mencionare que al volver a casa sobre la medianoche seguía lloviendo a baldes.
Tomamos el último colectivo marrón que hacia recorrido nocturno y el mismo era manejado por Carlitos Romero. Aquel conductor del interno numero 8 amigo de mi viejo se apiado de nosotros y en ves de dejarnos donde a el le correspondía que era a la vera de la ruta 226, enfilo hacia el barrio Selvetti y nos llevo unas cuadras para que la mojadura no fuera tanta.
Gestos como ese marcan una época, que quizá ya no volverá.
Recuerdos de aquel regional hay muchos. Los dolores de cabeza por ejemplo que nos dio el ropero Díaz, sin embargo nada paro al aurinegro.
De los rivales reconocer el talento de un gran jugador y una gran persona como la loba Bomaggio, de El Progreso de Mercedes, que fue uno de los mejores jugadores a los que se enfrento Santamarina.
Sus buenas actuaciones le permitieron venir a Tandil y jugar en grupo unos años después.
De los partidos que escuche por radio solo recuerdo el gol del colorado Gauna en Olavarría.
Sentados en la cocina con el viejo escuchando radio Tandil.
Ganaba loma negra 1 a 0 con gol de Forguez y a los 37 lo empato el colorado con un soberbio tiro libre al borde del área.
Luego en el complemento santa se traería para Tandil un triunfo vital e inolvidable 3 a 2.
Pero vuelvo a las 7 y media de aquel día tan importante. Los equipos en los vestuarios. En la calle la globera tratando de vender alguna que otra banderita y el loco Olivera desafiando la temperatura con su exquisito café.
El arbitro Abel Pérez recorríendo el campo de juego y la barra del bombo copando los tablones de la tribuna que da espaldas a Rivadavia.

Tan bien la coparon que nosotros por esperar al novio de una prima que quería ver el partido, nos tuvimos que conformar con un lugar en la tribuna de piedra dejando de lado nuestro lugar habitual.

Petardos, papeles y aplausos de todo el estadio para recibir a Santamarina que saltaba a la cancha con Ducca, José Solimanto, Marcelo y Néstor Armendáriz y el negro Conti en el fondo, Tarabini, Gauna y Erviti en el medio, Coria Somi y Barbero en la delantera.
Unos segundos después tímidos silbidos que dejaban entre ver el respeto por el rival de aquella noche. Pues así lo marcaba la historia.
A la cancha vestidos de remera celeste y pantalón negro los muchachos de Cayetano Rodríguez. Barbieri, Carabelli, Arbe, Rossi y Dragui; Espíndola, Rinaldi, Sosa, Aquilano, el turco Oudoukian y Forguez.
Digno de una final el partido fue muy tenso y disputado desde el minuto inicial. La gente no quería perderse ni un solo detalle tal es así que en el entre tiempo para no resignar el lugar en la tribuna nadie quería ir ni siquiera por un chorizan a la cantina. Eso le valió un gran negocio a un bolichero de la calle Godoy cruz quien en un intercambio saludable hacia viajar los especiales de salame y queso desde la vereda y hacia lo alto de la tribuna a cambio de unos pesos que hechos un bollito caían rápidamente sobre las baldosas, delibery futbolero le llamaríamos hoy.
La cancha y la tribuna servían para que mi viejo se encontrara con amistades de su querido barrio de Villa Italia y allí estaba uno de ellos. Caito, ensañado cruelmente hasta por demás con el tandilense que vestía la camiseta de loma negra. Haciendo alarde de su amplia galeria de insultos futboleros gritaba y gritaba hasta que en una de esas el 10 visitante que lucha una pelota al lado del corner. La pierde y llegan nuevamente los recuerdos para toda su flia.
El turco Oudokian, atento a los mensajes de la tribuna, giro la cabeza y miro en tono desafiaente con ánimos de venganza. Pero lejos estaba de amedrentar a nuestro hincha ya que caito hijo de un famoso púgil lugareño se abrió lugar en la tribuna gritando yo soy el que te insulta, en otros términos por supuesto, como para que no quedara ninguna duda. De todos modos la historia no pasaría a mayores y terminaría allí nomás. Mas aun cuando faltando un par de minutos para el final y la gloria con aquel 0 a0 un hincha se metió a la cancha e hizo detener el partido. Ya no habría mas futbol.
Era nada mas y nada menos que el loco Daniel Pérez el hasta hace poco dt del atlético san manuel.
El momento tan esperado había llegado, Santamarina se clasificaba para jugar el campeonato nacional.
La gente invadía la cancha para quedarse con algún recuerdo. Un amigo de lo ajeno muy conocido del otro lado de la ruta 226, fue el primero en conseguir un par de pantalones largos de la marca NANQUE y que portaban los suplentes. Les puedo garantizar que esas prendas recorrieron mas de una penintencieria e la provincia.
Paradójicamente en la actualidad ese mismo personaje, camina en libertad lusiendo una casaca de ferrocarril sud.

Todo tiene que ver con el futbol como aquel abrazo que al salir del estadio se dieron mi viejo un gran amigo de villa Italia.
El hombre también andaba con su hijo de la mano, un gordito rubio que fue testigo al igual que yo de aquel abrazo futbolero de dos amigos que habían compartido con sus hijos la gloria de ver llegar a Santamarina a la primera división del futbol argentino.

Las cosas de la vida y el futbol, esos dos gorditos que vieron como sus padres se estrechaban en un abrazo por el logro y por la amistad no imaginaron que 20 años después los viejos mirarían desde el cielo y que ellos de pura casualidad y sin saber de aquella amistad estarían juntos en un estadio y no en las tribunas sino en las cabinas.
Porque aquellos pibitos que acompañaban a sus padres detrás del santa del 85 y fueron testigos de aquel abrazo somos nada mas y nada menos que botija Fernández y juan casero.

Casualidad, destino y Pasión muchachos, pasión por el futbol, por santa, por el periodismo y un enorme respeto por los viejos que no están. Que se fueron de este mundo en nuestra juventud pero que nos dejaron la sabiduría del laburante, el amor por nuestra familia , el hermoso recuerdo de haber vivido juntos aquella epopeya aurinegra y el anhelo de no perder nunca el sueño de ver a Santamarina de nuevo en los primeros planos del futbol argentino.
Mañana se cumplirán 24 años de aquella hazaña. Es por eso que quería recordar a ese equipo, a sus hinchas, graficar con palabras algunos momentos inolvidables y dedicarle esta apertura a Carlitos Casero y Julio Fernández. Mi viejo y el padre de botija, que eran amigos y que se fueron muy temprano de esta vida. A tal punto que se marcharon sin poder ver como el futbol unió a sus hijos, los hizo amigos y los junto en una radio para relatar historias de ese equipo, de camiseta aurinegra que los junto en un abrazo a la salida del estadio un 26 de enero 1985.

Juan Ignacio Casero 26 de enero de 2009

2 comentarios:

Hugo dijo...

Ufff! Juan, no se que decir. Temendo, emotivo a más no poder. Tus sentimientos se en esas líneas te traspasan y conseguís lo que pocos logran. Lo personal, los recuerdos se agolpan de manera intensa...y me hicieron emocionar. Yo era chico y también estuve ese día, apretado, justo detrás del arco y en el tercer escalón de piedra de la tribuna que da al Parque, acompañado de un vecino que me llevó. No me queda más que volver a felicitarte por estas líneas. gracias de nuevo por este recuerdo.
Hugo Rodríguez

Anónimo dijo...

yo tambien estuve, tenia 11 años, vendia banderas de santa en la entrada junto a mi abuelo. que hacia mi abuela. y adentro del estadio vendia garrapiñadas y pochoclos.y por supuesto miraba a santa. y me ponia detras del arco, para ver al arquerazo de ducca.que manera de vender.que hinchada. que equipo.que lindos recuerdos.saludos aurinegros.